jueves, 18 de agosto de 2011

En nombre de Dios. [Cap 7.]

Los personajes de este fan fic pertenecen a Masashi Kishimoto y la canción, En nombre de Dios, la cual ayuda a comprender y llenar el fan fic a Mägo de Oz.

Cualquier semejanza con cualquier otro fic o douj es coincidencia.


Anime: Naruto
Pareja: NarutoxSasuke, ItachixSasuke, OrochimaruxSasuke etc..
Generos: AU, romance, fantasia, Songfic, tragédia, religión,
Advertencia: Muerte de un personaje, lime/lemon, iincesto y violación
No recomendado para menores de 13/16 años dependiendo del capitulo.
Escrito en: 17/07/09
Finalidazo: No

Frases de la canción estan en cursiva.


Capítulo 7: El inesperado rojo.


Habíamos parado para comer un poco antes de caminar los últimos kilómetros para llegar al pueblo.

La posadera nos dio una bolsa con un poco pan, embutido y unas piezas de fruta. Al parecer Naruto le había caído muy bien , siendo él como era me parecía normal, era esa clase de personas con la cual solo con mirarla te hacia sentir mejor. Era imposible estar enfadado con él y por eso a pesar de tener la razón me sentía un poco culpable. ¿Podía ser que estuviera yendo demasiado despacio? Había hecho tanto por mi y yo solo se lo pagaba con evasivas y respuestas frías.

¿Y mi orgullo, dónde había ido a parar? Los brillantes ojos de Naruto lo había absorbido todo. Se había hundido en ese azul que me volvía una persona completamente distinta a la que era, y no quería que pasara eso, tampoco podía dejar que me hechizara de esa manera.

Quería volver a ser yo mismo.

Si Naruto no se disculpaba, no seria yo el que lo hiciera.

Cosas así de simples para mi significaban mucho pero el tiempo pasaba y Naruto no hacia nada.

¿En verdad me quería?

Mi bajo autoestima me estaba empezando a hacer dudar. Me hacía dudar de tantas cosas, “Los Uchiha somos fuertes y orgullosos.” Decía mi padre. Yo no me consideraba ni fuerte, ni orgulloso. Ya no podía ser un Uchiha, tampoco lo quería mi padre, me había desheredado.

Los constantes suspiros empiezan a ser molestos.

-¿Te ocurre algo?-

Pregunto Naruto.

-No, nada. ¡Eh, señor¡, ¿falta mucho?-

Dije gritando al frente para que me oyera.

-No, casi hemos llegado, esta detrás de esa colina.-

De repente me puse nervioso. Habíamos hablado de ese lugar, pero nadie me había contado nunca en verdad como era, que tipo de gente encontraríamos y que cosas se acostumbraban hacer allí. Me daba la sensación de que tenía que ser un lugar muy distinto a los demás.

Ya era de noche pero unas largas antorchas iluminaban el camino, y al final de este camino se encontraba el pueblo, por ahora solo podía diferenciar la gran muralla de troncos de madera que la rodeaba. Naruto estaba nervioso y emocionado, daba brincos de alegría. ¿Por que no lo celebraba conmigo?

Aun nos faltaban unos metros para llegar a ese extraño lugar pero la gran puerta que nos separaba de los dos mundos empezaba a abrirse emitiendo un tétrico chirrido que hizo que mi piel se erizara. En la entrada dos siluetas nos esperaban. No podía apartar la mirada de esas, había algo en ellas que me atraía pero que a la vez me aterraba, a medida que nos acercavamos podíamos distinguir algunos rasgos de esas dos personas, lo que me atrajo mas fue la luz roja del reflejo de las antorchas en los ojos de uno de los chicos, no sabia si ese color sangre era a causa del fuego o de los mismos óvalos. Parecía que solo me mirasen a mi. Decidí apartar la mirada y acabar de avanzar mirando al terroso suelo.

-No puede ser.-

Dijo Naruto.

A causa de esas palabras levante la vista.

-Itachi.-

Conseguí decir con un hilo de voz acompañado de unas primeras lagrimas. Me sobresalte. Perdí el conocimiento.

Un sueño. Pensé aun con los ojos cerrados, lo que he visto ha sido un sueño a causa del cansancio que aun llevo conmigo. Alguien me estaba cogiendo de la mano, la suya era muy suave y cálida, era una sensación muy agradable. Lentamente abrí los ojos.

-Na...ruto.-

Se encontraba con la cabeza recostada en la cama, sentado en el suelo, parecía dormido.

-Mnhh...-

Musito mientras levantaba la cabeza de esa posición tan incomoda.

-¡Sasuke! Que bien que te hayas despertado, me asustaste.-

Dijo acariciándome la mejilla.

-Lo siento, creo que me canse demasiado.-

-Lo importante es que ya te encuentras despierto, aunque aun haces mala cara. Estas muy pálido. Espera.-Dijo levantándose- Voy a ir a buscar algo de comida.

Se fue corriendo, saliendo de esa pequeña habitación. Mire por la ventana la cual estaba muy cerca de la cama y podía ver perfectamente el exterior. Fuera de esa casa se encontraba un paisaje hermoso, se veían otras casas, y arboles muy verdes duchados por una brillante luz solar.
Llamaron a la puerta. Naruto había ido muy deprisa.

-Gra...-

La voz dejo de salir, una imagen demasiado traumatica y hermosa me la arrebato. Un hombre muy conocido para mi portador de unos atrayentes ojos escarlata se encontraba plantado enfrente mio, regalándome la sonrisa mas perfecta que había visto nunca.

-Hermano...

-Rompí a llorar en sus brazos.

Me apretaba fuertemente contra él, a pesar de que no paraba de sollozar y me ahogaba intentaba respirar y volver a recordar ese aroma que tanto amaba.

Lo mire a los ojos aun con lagrimas, en esos momentos era tan feliz. Itachi estaba junto a mi otra vez. Con sus labios bebió mas lagrimas.

-No quiero que llores mas por mi.-

Con esa dulzura olvidada beso mis ojos, mi frente, mis mejillas y mis labios. Sentimientos y sensaciones muertas resurgían de sus cenizas como el ave fénix.

-Echaba tanto de menos ese carmesí de tus mejillas.-

-Itachi...-

Volvió a besarme, y como en la primera vez, lamió curiosamente mis labios pidiendo permiso para entrar su lengua en mi cabidad para luego explorarla tímidamente al principio y seguidamente chocar fogosamente con mi lengua. Sus manos, ya inquietas acariciaron mi abdomen. Eran fuertes y grandes y a causa de que él no sabia que estaba herido me hicieron daño, el cual me hizo acordarme de Naruto.

-Bas...ta...-

Se aparto de mi.

-¿Pasa algo?-

-No.- Mentí.- Solo que no entiendo como es que tu...-

-Es una larga historia, todo se lo debo a...-

-¡¡Ayayayay!!-

Se hoyo a lo lejos, era Naruto.

-¡Dejame coger la comida!

-¡No es para ti criajo!-

-Ya lo se, es para Sasuke.-

Desde la cama podía ver como Naruto intentaba entrar con una cesta de comida arrastrando a un extraño rubio el cual su dorado cabello le tapaba un ojo. Tenía los brazos llenos de cicatrices.

-Deidara, dejalo.-

Dijo tranquilamente Itachi.

-Esta comida es para mi hermano.

-¿En serio? Este chico tiene una pinta de glotón...uhn.-

-¿Vaya manera de tratar a los recién llegados.

-Chillaba Naruto dejando la cesta encima de la cama.

-Come, necesitaras fuerzas.-

Dijo mi hermano.

Por un momento reino el silencio que yo rompí mordiendo una manzana.

-¿Quieres que te cuente lo que paso?-

No se veía muy convencido de querermelo contar delante de los dos rubios pero necesitaba saber que había pasado.

-Si...-

-Entonces mejor que nos sentemos todos.-

Dijo con un poco de resignación.

-Cuando perdiste la conciencia y se te llevaron esos hijos de puta en ese trágico día sentí que ya había muerto, el fuego aun me estaba rustiendo la carne y ese dolor aun lo podía notar. A pesar de que mi cuerpo estaba casi completamente quemado yo aun seguía con vida, desde siempre supe que el fuego me daba vida y así fue hasta el último momento. Pero ese no fue mi final ya que alguien me vino a rescatar. Otro loco amante del fuego y de las explosiones. ¿Verdad que si, Deidara?-

Dijo mirando con una gran complicidad a ese chico con facciones afeminadas, el cual le devolvió la mirada, una muy extraña, con un toque de locura.

-Él con sus bombas mato a medio pueblo, esas personas que miraban como moría, murieron. Gracias al caos y las grandes llamas y cuerpos deshechos aprovecho para llevarse mi morivundo cuerpo de ese lugar. El refrán del pueblo es: Lo que te mata, te hace mas fuerte. Y así lo hicieron conmigo, me lanzaron en llamas con poderes curativos, y por que no decirlo, demoníacos, los cuales me regeneraron la piel y me dieron unas nuevas fuerzas. Por eso ahora mis ojos son de este color.-

Esta vez dirigió su mirada en mi de una manera que me hizo estremecer.

-Cada día, cada segundo que he pasado en este pueblo no me podido dejar de pensar en ti y en que no te pude ayudar, Sasuke, en verdad lo siento mucho.-

-Ahora ya da igual, hermano. Lo importante es que estas vivo y a mi lado.-

Dije con ojos suplicantes de un abrazo que enseguida recibí.

Naruto enfadado salio del lugar tirando la silla de madera al suelo.

-Que impulsivo es este chico, ¿que le ha pasado? -

Pregunto Deidara.

-Eso... ¿por que se ha puesto así?...¿Sasuke quien es este chico?-

Su tono de voz era un híbrido entre celos y firme, algo que me produjo mas miedo que la mismísima pregunta, aunque no sabia que contestarle para no decir una mentira y que él no se enfadara conmigo.

-Es un chico que me ha ayudado mucho durante estos días, él es el que dijo que viniéramos aquí.

-Ya note que en él había una cosa especial, su aura es muy extraña. Tendré que darle las gracias por haberte cuidado tan bien, ¿no?

-No es necesario, nunca le he pedido que me cuidara.-

-Per..-

-He dicho que no. -

Casi nunca utilizaba un tono de voz semejante con mi hermano, pero no podía permitir que Naruto le dijera cualquier cosa. No deseaba perder de nuevo a mi hermano. Quería que estuviera conmigo. A pesar de que sabia que haría daño a Naruto.

-Tranquilo, como quieras.-

Hizo un espacio de silencio.-

¿Te gustaría visitar el pueblo? Creo que lo mejor que puedes hacer es caminar, ahora que ya estas otra vez nutrido.

-De acuerdo.-

-Te he conseguido ropa de tu talla, si quieres te ayudo a vestirte.-

Dijo sonriendo.

-No, ahora saldare.-

Los dos me dejaron solo.

Caminaba por los pasillos de madera hasta llegar a una sala, en ella se encontraba Itachi.

-¿Vamonos?-

-¿Y los otros?-

-Ni idea. ¿Sabes? Creo que te gustara este lugar.-

Dijo alegremente.

Cuando abrió la puerta, el sol por unos momentos me cegó de tan luminoso que era, en la antigua aldea siempre estaba nublado. Aquí, los rayos de sol, tocaban de lleno en todas partes. Como había alcanzado a ver antes, las casas eran bonitas y por todos lados había grandes arboles con hojas muy verdes. Empezamos a caminar y como en todos los lugares donde reinaba la tranquilidad había niños y niñas corriendo por las calles.

-Vamos al centro del pueblo.-

El centro constataba de una gran plaza, solo eso, no había ni iglesia y lo mejor de todo, ningún lugar donde se hicieran sacrificios. En verdad, tenia razón,,este lugar es muy distinto a los demás, era mejor.

Sonreí a Itachi.

-¿Te gusta este lugar?-

-Hubiera estado bien vivir desde un principio aquí.-

-Si, tienes razón.-

Me cogió de la mano.

-Ven, te enseñare mi lugar favorito.-

Con un paso ligero me llevo en un sitio apartado de las casas, custodiado por un montón de arboles que lo hacían invisible. Nos sentamos en la hierba, una muy mullida y verde hierba, olía a menta.

La temperatura del lugar era perfecta, el contraste de la sobra de los arboles y del sol hacían que la fina brisa que había fuera muy placentera.

Estire todos mis músculos formando de mi cuerpo una estrella.

Itachi se encontraba mirándome tirado de lado aguantándose la cabeza con su mano.

-¿Se esta bien, verdad?-

-Si.-

Cambio su posición. Dirijo su cuerpo encima del mio, colocándose encima de mis caderas, arrebatadamente la movilidad de los brazos con los suyos y luego besando mis labios, bajando hasta mi cuello. Se sentían tan bien los besos de Itachi pero había algo que no me dejaba que los disfrutara al máximo. A pesar de que mi garganta empezaban a salir pequeños jadeos, algo en mi me decía que lo que hacia no estaba bien, pero no era ese sentimiento de vergüenza, era otro distinto, uno de culpabilidad.

Itachi ya se encontraba en mi vientre, lamia y succionaba todo a su paso.

-Ita...chi.-

No bajes mas por favor.

-Tu cuerpo me dice otra cosa.

-Ronroneó acariciandome mi endurecida entrepierna.

-Ahora no. Te lo digo en serio.-

Mi tono de voz cambio un poco.

-No me dejes a medias, te he echado tanto de menos...-

Me bajo un poco los pantalones, sabia que si me tocaba en aquella parte, no había vuelta atrás. Tenia que pararlo.

-No me apetece.-

Dije al final secamente.

Itachi suspiro y se incorporo, al igual que yo.

-Lo siento, pero no me siento preparado.-

En verdad me sincere.

-Te entiendo. Vamonos.-

De repente los pájaros dejaron de cantar y como si del fin del mundo se tratara una gran explosión estallo en ese pacifico lugar haciendo que los pequeños animales salieran corriendo asustados hacia otros lugares. El suelo tembló.

-Deidara... -

Aclaró achicando los ojos en señal de enojo.

-Vamonos mas deprisa, a saber que destrozo habrá hecho.-

Empezamos a correr. La gente no parecía muy conmocionada a pesar de que hasta los tímpanos me habían dolido del gran ruido que había hecho esa explosión.

Salimos del pueblo y nos adentramos en un bosque que llevaba hasta un acantilado donde la vegetación se terminaba, el olor del lugar era una combinación extraña entre arcilla y pólvora.

En la punta del acantilado, estaba Deidara.

-Esperate aquí.-

Me ordeno.

Mi hermano, lentamente, como siempre solía caminar, fue hacia donde se encontraba el chico, miraba hacia el horizonte, parecía triste.

Se paro a uno metro del él y empezó a hablar. No entendía nada desde donde estaba.

El chico que había salvado la vida de mi hermano. No sabia que pensar de él, le tendría que estar profundamente agradecido pero por algún motivo no lo estaba. Se notaba que durante esos días él y mi hermano habían establecido una gran amistad que no sabia si podría aguantar.


-¿Te pasaste un poco con esta explosión, no?-

-También el arte sirve para desahogarse. Tenia que sacar toda esta pena e ira de mi interior. -

Dijo aun mirado hacia el vacío.

Itachi se giro y vino hacia mi. Mientras venia Deidara hizo algo con sus manos tirándolo al vacío, ese objeto parecía un pájaro, un cuervo, que voló unos metros y luego exploto provocando un sonido parecido al de un grito de dolor.

Mi hermano siguió adelante sin pararse, yo solo lo seguí. ¿Que había pasado? No me atrevía a preguntar.

Las explosiones no cesaron durante todo el día.

Me encontraba solo en casa de Itachi en el cuarto que me había asignado, al parecer la compartía con Deidara, casi no tenÍa ningún mueble, solo una silla y una cama grande con unos percheros improvisados para que pudiera poner al ropa. En estas horas Itachi tenÍa un trabajo que le había encargado un hombre, devolverle la vida no había sido gratis. Gente de afuera venÍa especialmente a pedir a las personas con poderes que les hicieran distintos e imposibles trabajos para la gente "normal".

Me preguntaba donde estaba Naruto. Decidí ir a buscarlo.

Fui directamente a los bosques que se formaban alrededor del pueblo. No tarde mucho en encontrarle, estaba sentado en el tronco de un árbol que se había caído.

Me senté delante de él, en el suelo, luego, después de todo lo mire, tenÍa miedo a que su mirada me doliera demasiado, pero no tenia otra, esa mirada cansada y triste de tanto llorar me rompió mi egoísta corazón.

Esperaba que me regañase, que pidiera explicaciones pero ni se inmuto de mi presencia, seguía con su mirada.

Nos quedamos así, yo sentado delante de él, mirado sus manos que estaban entrelazadas, sudorosas y temblorosas.


El tiempo pasaba y el brillante sol se iba anaranjado y bajando del cielo para poder esconderse detrás de las montañas.

Naruto se levanto.

-Es demasiado tarde para que me vaya, así que esta noche la pasare aquí.-

-¿Qué?-

-Pensaba que aquí podría hacer una nueva vida, incluso pasarla contigo, pero ahora que sabes que tu hermano esta vivo yo ya no tengo ninguna oportunidad, y no puedo vivir en el mismo lugar de la persona que amo y que esta no me corresponda, no puedo después de haber pasado tantas cosas juntos. Así que mañana por la mañana me iré. -

Nuevas lágrimas salían de sus ojos.

- Siento si en algún momento te he puesto en algún aprieto.-

Se levanto dirigiéndose al pueblo. Pero se paro.

-Y tranquilo, no me veras en casa de tu hermano.-

Si no fuera porque estaba sentado, mis piernas me flaquearían. ¿Cómo le podía haber hecho esto a Naruto? El único lugar donde podría ser feliz y vivir tranquilamente con gente que lo apreciaría y le trataría como a un igual. Se lo había quitado.


Continuará...

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