A pesar de que dije que tenia ganas e idas para este fic mirad cuando lo subo.. al cabo de un mes. xD Y que puedo decir, hay partes que me gustan y otras que no tanto.
Espero que sea aceptable u.u
Ciaoo
Los espejos son una especie de cristales con los cuales la luz es reflejada en forma de imagen. Eso es lo que saben todas las personas. Niños, adultos, analfabetos, científicos... Pero nadie sabe que para mi la definición de espejo es muy distinta, para mi son la puerta que da la entrada hacia el mundo humano, cada reflejo diluido me sirve para ver desde mi espacio a las personas que quiero.
Y allí estaba, puntual mirándose al espejo con esos,últimamente tan habituales, ojos enrojecidos de tanto llorar que expresaban esa mirada tan triste y desesperada ante su propio reflejo. Como me gustaba esa mirada. Solo podía lamerme los labios ante cada suspiro que emitía.
Como siempre después de terminar sus deberes se preparaba la mochila para el día siguiente y después entraba a su habitación para cogerse ropa limpia. Al cabo de un rato lo podía volver a ver entrando en el baño. Y otra vez se miraba en el espejo, con su mirada verde, roja y triste. Primero se quitaba su camiseta, siempre de algún color oscuro,y luego los pantalones seguido de sus zapatos y calcetines. Y otra vez se quedaba unos segundos mirándose en el espejo de cuerpo entero en ropa interior. Se miraba con asco, se tocaba su cara, y luego la barriga cogiéndose las grasas de los costados de su abultada barriga, como si intentara arrancárselas. Un verdadero ritual antes de meterse en la ducha.
Lo había visto varias veces a trabes del espejo de su baño pero nunca me había interesado en él.
Al azar un día sus pensamientos llegaron a mis orejas. “Gordo asqueroso.” “Pareces un cerdo.” Esas eran las palabras que dedicaba hacia su figura. Solo con oírlo me entraba el hambre. El odio que sentía hacia él mismo, la prepotencia de no poder hacer nada, unicamente aumentaba mi interes en él. Quería alimentarme de ese ser. Pero necesitaba unas palabras exactas para poder aparecerme ante él, la cosa no era tan fácil. Desde ese día le seguí de cerca, utilizando los reflejos de las ventanas, de los charcos de lluvia y de las puertas de metal.
Por lo que conseguía ver su vida, era un horrible circulo vicioso del cual no podía escaparse. Le insultaban porque comía demasiado y comía demasiado porque le insultaban. Por cada día que pasaba su tristeza e ira aumentaban y por desgracia, su peso también.
Pero a veces hacia una cosa. Acercaba su cara al espejo, parecía como si me la regalara y me enseñara su alma a través de esas dos esmeraldas que tenia por ojos. Era un buen chico. Ayudaba en casa, se sacaba las asignaturas. Deliciosas cualidades que desbordaban de sus ojos y de todo su ser.
A veces podía hacerle experimentar escalofríos que le trasmitía a través del espejo. Su piel se erizaba y su expresión cambiaba. Quería que se diera cuenta de que no estaba solo, de que había alguien que lo podía “ayudar”.
Moría de hambre por su culpa hacia días que había decidido dejar de comer. Esperaba que su mente pronunciara alguna palabra que pudiera utilizar como petición para poder condecir sus deseos.
El chico adoraba la fantasía. El reflejo del espejo de su habitación me mostraba todos los dibujos colgado de sus azules paredes. De los lomos de los libros de sus estanterías se podían leer títulos de los cuales tan solo verlos se podían imaginar grandes aventaras con ángeles y demonios, vampiros y licantropos. Supongo que todos esos dibujos estaban inspirado en esas historias.
¿Tanto le costaba decir algo para invocarme?. Si tanto le gustaba lo sobrenatural ¿Por qué no creer en ello? Su autoestima era demasiado bajo como para poder creer en algo tan maravilloso como seria aquello. Algo que deseara, que lo hiciera feliz. Parecía que para él esas cosas estaban prohibidas, que no eran posibles.
Pude ver como ese día de lluvia torrencial lo tiraban al barro del patio y le apretaban la cara contra el suelo dejándolo exhausto y casi en shock. Su profesor, como otras muchas veces fue en su ayuda, levantándolo y limpiándole el barro de la cara, que en esos momentos tenía herida a causa de las piedras con las que le habían obligado a rozarse.
-Eres mejor que ellos.- Dijo sincero.
El chico solo se apartaba de su tutor indignado. No le gustaba que dijera eso. No le gustaba que discriminara a nadie aunque fueran los que lo torturaban.
Hacia tanto tiempo que lo observaba que había aprendido a leer sus expresiones y acciones.
Otros de mi especie ya habrían muerto pero yo podía aguantar, sabía que valía la pena observarlo un día mas. Y así fue. Un demonio nunca herra en ninguna de sus predicciones. Esa misma tarde lo dijo. Mirando al espejo con lagrimas en sus ojos. “Necesito cambiar mi cuerpo como sea.” Sonreí. Y entonces las fuerzas perdidas retornaron en mi. Y sé que su espejo empezó a brillar y de repente vio unos ojos violetas que le miraban ansioso. Se asustó y retrocedió hasta la pared que tenia detrás. Entonces yo avance adentrándome en ese mundo corrupto.
-Puedo complacerte. -Dije al poner mis pies desnudos en ese frío suelo.
-¿Qué eres?-
Su cara en vez de terror desprendía emoción.
-Un demonio.-
-Es imposible.-
Sus mejillas se encendieron, exactamente no pude descifrar si por mi presencia, por mis palabras o por mi lujuriosa mirada hacia todo su cuerpo.
-Pues creetelo. Y estoy aquí por ti.-
No podía controlar mis papilas gustativas. Antes mi atracción por él solo era visual pero en esos precioso momentos lo olía. El aroma de su ropa, su piel, sus lagrimas y ese sudor producido por el miedo.
-¿Por mi?-
-Si, por ti.- Me acerque un poco mas a él. -Me pediste que viniera.-
Entonces me miro extrañado.
-Necesito cambiar mi cuerpo como sea. Eso es lo que has pensado y deseas. Para mi ha sido una clara invocación hacia mi ser.- Mentía.
-Tragó duro.- ¿Qué tendría que hacer para que me concedas mi deseo?
Sentí estremecer mi cuerpo y rugir mis tripas.
-Alimentarme. Entregate a mi. Y te daré lo que tu quieras a parte de polvos que no olvidaras en tu vida.-
En verdad había varias maneras de poder alimentarse de las personas pero para mi el sexo era la opción que más utilizaba y me gustaba.
El chico me miro extraño y sonrojado.
-Pero yo...-
Si, sabia que quería decir. La duda lo invadía. Era un niño, su sexo era el mismo que el mio pero ninguna de esas cosas me importaban en lo mas mínimo. Porque para mi lo exterior era un caparazón a lo que de verdad deseaba, su alma, sus sentimientos y deseos.
Pase un brazo por el cuello del chico y con los dedos acaricie su hombro.
-No te arrepentirás de nada. -Le susurre muy cerca del oído. No solo las sirenas de la antigua mitología griega tenían el poder de seducir a los hombres con su voz.- Sabes, me gustan tus ojos...- Observaba de reojo como estos se le dilataban y un tono rojizo se apoderaba de sus mejillas- Y se que tu piel debe ser muy suave. ¿Me dejas...?- Le pregunte acercando lentamente mi mano a su cachete. El chico solo asintió. Baje la temperatura de mi mano y con los dedos le roce la piel de su aterciopelada mejilla. Debajo de su camiseta su vello se había erizado ante tal contraste y nueva sensación.- Levanta los brazos.- Seguí con la técnica de susurrarle al oído, a pesar de que estaba mucho mas sumiso se podía notar su tensión. Me situé delante de él haciéndolo sentar en mis rodillas, yo estaba colocado delante del espejo apoyándome en el lavabo.
-Que linda camiseta llevas. -Dije observando desde su espalda el demonio que estaba dibujada en ella.- ¿No crees que se parece un poco a mi? -Sonreí y acaricie su pecho, delineando el macabro dibujo y bajando para poder levantarse la y poder tocar la piel de su abdomen. Jadeo un poco al notar como deslizaba mi mano por todo su barriga.
-¿A caso no te da asco?- Me pregunto avergonzado.
-Me provocas de todo menos asco, niño de ojos verdes. -Le sonreí pícaro. Entonces el chico se sonrojo.
-Mi...mi nombre es Adam.- Sabía que para él era muy importante que lo llamaran por su nombre. Ya que en el colegio lo llamaban de todo excepto Adam.
-Entonces, Adam, girate, voy a cumplir tu deseo.-
Con tímidez el chico se giró quedándonos cara a cara pero él miraba el suelo.
-¿A caso te parece mas interesante el suelo que mi cara? -Hice que me mirara.-
-Es que...-
No tenía ganas ni tiempo de escucharle. Lo callé con un beso, el cual hizo que todo en mi despertara. Ese olor, ese tacto, esa suavidad la cual solo podía tener un niño tan puro y desgraciado como el que tenía entre mis brazos. En ese beso vi su primer amor y también sus primeras ilusiones depositadas en esa persona la cual al enterarse de sus sentimientos lo rechazo convirtiendo toda esa ilusión en ira de la cual me alimente saboreando cada apretón de puños y miradas decepcionadas, todas dedicadas a esa persona.
Quería más de su vida,más de sus sentimientos. Así que le quite la camiseta robandole un nuevo jadeo.
Mis manos recorrieron su torso mientras mis labios saboreaban los suyos. Exprimía todo el amor que sentía hacia las otras personas y me lo quedaba para mi, ese dulce elixir era solo mio. Me separe de él para acabar de saborear y no mezclar emociones.
Lamí su torso y abdomen llevándome cada palabra hiriente que se y le habían clavado en sus carnes. Un sabor demasiado venenoso, pero para mi paladar exquisito. Mi lengua salivaba por mas. Flotando en el aire se encontraba el chico, extasiado, adormilado ante mis caricias. No con mucha delicadeza le arranque los pantalones y lo deje perfectamente preparado para mi.
El baño perdió toda gravedad, cualquier cosa que no estaba sujeta al suelo o no pesara lo suficiente empezó a flotar con el niño.
Como si fuera un pez y él mi anzuelo mordí su virginidad que reclamaba mi atención. Corromper era uno de mis hobbys preferidos. Y lo mejor es que siempre sacaba lo mejor de las personas cuando lo hacia. Después de lamer esa piel unas cuantas veces se estremeció regalándome toda su vergüenza, no era de mis platos favoritos al ser un poco insípida pero con esas pizcas de deliciosa bondad el sabor y la calidad mejoraban considerablemente. No toda corrupción de la gente sabia igual. Con la de este chico me llegaron sus recuerdos vergonzoso de cuando estaba en su escuela, ayudando su amable profesor mientras los otros le decían las típicas palabras.
Me uní con él al poco rato. Haciendo que me regalara el mejor de los sonidos que podía salir de su dulce garganta: gemidos dolorosos los cuales también devore. Por cada estocada que le otorgaba un nuevo recuerdo inundaba mi mente y de esos me nutria llevándome sus mas fuertes emociones. Pero las mas deliciosas para mi no fueron las de los recuerdos sino las de sus gritos y sensaciones de ese mismo momento. Cuando el amargo dolor se fue vino un empalagoso placer del cual me canse enseguida pero no de ese deliciosa y refrescante felicidad que también lo acompañaba. Si, se estaba sintiendo feliz. Alguien lo estaba amando. Quería más de ese cítrico sabor que nunca acababa de llenarme. Lo bese con dulzura haciendo que sus brazo rodearan mi cuello. Quedamos llenos. Él de mi y yo de él.
Se encontraba inconsciente, mas bien dormido. Lo deje dentro de la bañera. Había sido muy gentil con él, pero me di cuenta de que de esa manera sacaría una cosecha mas jugosa y deliciosa.
Respiraba pausadamente, su camiseta ya no marcaba tanto su panza ya que esta había disminuido considerablemente. Su dolor mas profundo se había ido.
Entre en mi portal particular. Esperaría a que él me llamara.
No pude verlé cuando despertó pero si cuando, aun desnudo se miraó al espejo. Sus labios formaron una pequeña sonrisa. Se acaricio su casi liso vientre, observándolo como si allí dentro hubiera algo preciado, pero en su caso era al contrario. Entonces volvió a mirar al espejo. Sentí como con un rubor en sus mejillas me daba las gracias.
Su felicidad solo fue momentánea. Duro hasta que pisó su instituto. Aun era un chico demasiado bueno e ingenio para comprender que con haber perdido algo de peso dejarían de meterse con él ya que si no era su aspecto seria otra cosa y como me imagine, cuando le vieron, lo acorralaron.
El reflejo del espejo del aseo de los chicos me mostró la desilusión de Adam ya que empezó a llorar cuando cerro la puerta.
Al cabo de poco apareció el su joven profesor. El cual lo comenzó a consolar. Como era habitual en él lo abrazó. “¿Estás haciendo régimen?” Eso fue lo que le preguntó solo al notar sus brazos. Sobraban mas de lo normal en abrazarlo. Adam no contestó. Simplemente le dijo que lo dejara solo. El mayor solo asintió y antes de irse le pronunció unas palabras “eres especial.” Y en verdad lo era.
Aunque esas palabras no le daban lo que quería al muchacho. Aceptación.
Al volver del instituto rompió su habitual rutina y fui directo al cuarto de baño. Mirando encolerizado el espejo. “Sal, quiero que cumplas mi deseo.” Atravesé el portal.
-No sera posible esta vez. -Dije sonriente.-
-¡¿Por qué?!-
A parte de que aun me encontraba lleno seria muy raro perder tanto peso en tan poco tiempo.
-Tendrás que esperar. -No contesté su pregunta.-
-Cuanto.-
-Una semana.-
Volví dentro del interior del espejo dejando el muchacho “con las ganas” de que le cumpliera su deseo.
A pesar de que aun no necesitaba comida su olor y sus deseos eran tan grandes que me entro el atojo de complacerle pero como acostumbran a hacer los humanos. Era mejor cocinar la carne a fuego lento.
Fue una semana dura para Adam. En realidad fue una semana como cualquier otra.
Mi estomago no tubo tiempo de rugir por hambre cuando me volvió a llamar.
¿Cómo describir tal suculento manjar ante mis ojos? Estaba hecho polvo: Sus ojos verdes y rojos reclamaban a gritos mi ayuda, sus labios, al igual que el color de sus ojos estaban rojos de tanto mordérselos para aguantar la ira. Su cuerpo temblaba cual flan de gelatina. Y es que cuando uno sabe que puede remediar un problema hace todo lo posible para acabar con su sufrimiento. Y tener que esperarse era una tortura mas para el chico.
Solo pronuncie su nombre y acaricié su rostro cuando las fuerzas le flaquearon y cayo ante mas pies. Lo hice mio y me nutrí de él una vez mas llevándome todo ese rencor y a la vez toda su bondad.
Quedamos satisfechos. Esta vez vió como lo dejaba en la bañera como la primera vez. Solo volví a acariciarle la mejilla y me fui de una zambullida en el espejo.
Se habría podido convertir fácilmente en una adicción pero siempre acababan aburriéndome o como en ese caso, la persona cambiaba completamente su carácter haciendo que su sabor se volviera asqueroso ya que en su cuerpo solo quedaron esas emociones las cuales odiaba y no toleraba. La soberbia, la maldad... Todo esto tenía un sabor demasiado fuerte para mi gusto. Y gracias a mi, Adam se quedo sin grasas pero lleno de esas emociones.
Consiguió en pocos meses un cuerpo esbelto y una ego mas alto que cualquier torre. Gracias a su nueva y fuerte personalidad no tubo mas problemas con ningún matón pero la gente que lo conocía como el gordito y sensible Adam lo dejaron de lado, incluso su profesor el cual lo protegía ya después de un incidente con el cual le dijo que parecía que estuviera enamorado de él, si ese hombre sentía algo por el niño dejo de hacerlo en ese mismo instante, y yo también ya que mi boca y fosas nasales se llenaron de una amarga hiel la cual me hizo vomitar.
El muy egoísta llego a pedirme mas. Pero ya no había nada que me interesara de él. Consiguió amigos nuevos, una novia y una nueva reputación con la cual todos lo conocían como la persona que siempre había deseado ser. Aceptada para todos. No, aceptada para todos los cuales quería ser aceptado.
Y ahora me encuentro otra vez buscando almas atormentadas y dulces las cuales exprimir y nutrirme hasta quedar saciado de ellas.
Se feliz u obsesionate en no mostrar tu reflejo porque yo estaré observándote, analizándote, deseando que me desees.
Ojala comente alguien :3. EL titulo no lo tengo claro aun u.u
