miércoles, 25 de noviembre de 2009

Mi vida [Primera parte.]

Notas iniciales: Subo la primera parte antes de que se termine el mes. Tengo varias cosas que decir de este fic.

Para mi este fic es como una montaña rusa, empiezas con una bajada, subas a lo mas alto y luejo bajas aun mas que al principio. Despues de eso a saber que pasa...


Marc me recuerda profundamente a Hiroki de Junjou Romantica. Y eso me gusta xD.


He intentado escribir y describir lo mejor posible aunque hay partes que no me gustan tanto como otras :/.


Espero que os guste.



Mi vida. Primera parte.


El reflejo del espejo no mentía: pelo corto, sin ningún tipo de personalidad, de un color extrañamente amarillo, ni rubio, ni platino, heredado de su madre, seco y con las puntas abiertas. Ojos apagados, sin brillo, aburridos y azules. Tez descolorida, con señales de pubertad, en ella se dibujaban unos labios en forma de mueca. De su cara sobresalía una nariz respingona, demasiado femenina para su gusto. Su hermana tenía la misma barbilla y forma de cara. Sus pequeñas y redondas orejas cicatrizaban los agujeros de las perforaciones de las cuales se había cansado, aun se notaban las marcas.


Odiaba su cuerpo flacucho, porque a pesar de que hacía deporte no crecía ni hacía músculo, o eso le parecía a él.


Gerard además de odiar su aspecto también odiaba su forma de ser, era vago, aburrido y nunca decía nada de bueno. A causa de todas esas cosas había dejado el instituto, buscaba trabajo, sin respuesta alguna a alguno de los currículums entregados.


Faltaba poco para que cumpliera los 18 años, unos meses. Estaba deseoso de ser mayor de edad. Le daba la sensación de que eso le haría cambiar el rumbo de su vida.




Vida, una vida, quería eso, una vida donde se sintiéra satisfecho de él mismo, donde la gente lo respetara y lo admirara, quería destacar en algo, no tener que depender de nadie, no como en esos momentos en que todo se lo pagaban sus padres. No le decían nada pero sabía que por dentro eso les dolía.


“¿Tienes alguna motivación?” Le preguntaban sus padres. Él siempre se quedaba pensativo y al cabo de unos segundos siempre les contestaba un “no” girando la cabeza hacía los lados.


Podía ser que fuera eso lo que le faltaba,motivación para hacer las cosas, algo que lo incitara a seguir a delante, que lo elogiara cuando hacía una cosa bien y que lo consolara cuando en cambio le salía mal. Después de pensar eso siempre suspiraba. ¿Cómo iba a conseguir una motivación si tampoco la buscaba? Realmente era un caso perdido.


En sus amaneceres más malos utilizaba su ironía más grave para contestar a los de su alrededor. Esos días siempre acababa pensando en su futuro como un triste vagamundo, el cual su trabajo era dormir en un banco, solo, muy solo. Le horrorizaba eso, pensar que moriría solo.


“Extranjero gravemente herido tras paliza.” Ese era el titular del periódico de ese día. Una banda racista rondaba por las noches en las calles de la ciudad,leía Gerard en el bus. Su madre le había conseguido una entrevista para un trabajo, este estaba bastante lejos de su casa y como él vivía en Barcelona tenía que coger el bus para no caminar durante horas. El trabajo consistía en atender una tienda de bricolaje o algo así, no la había escuchado muy atentamente.


-¿Tienes don de gentes?- Fue lo primero que le preguntó después de sentarse en el asiento.


-Bueno, soy educado. -Le contestó a ese hombre que parecía que se había levantado con el pie izquierdo, intentando poner cara de persona normal.


Y después de un par de preguntas mas, el propietario de la tienda se lo había quitado de encima.


-En estos momentos estamos buscando una persona con algo de experiencia. Lo siento.-


El rubio se levantó sin despedirse y salió de ese lugar que olía a madera podrida.


"No da resultado el tener 18 años." Eso pensó desanimado mientras se sentaba en un banco de una plaza cercana a la parada del bus que tenía que coger.


Miraba la gente pasar, parejas, madres con sus hijos, hombres vestidos de traje, personas ya mayores que habían hecho su vida... . Todo le recordaba que era un fracasado. Corrió su cuerpo hasta poder estirar las piernas. Su cabeza miraba hacía arriba, las hojas de platanero le tapaban trozos del cielo. Parecía un puzzle. Se quedó en esa posición observándolo, viendo como las nueves pasaban rápidas, eran blancas y casi difuminadas pero se podían diferenciar del color azul. Con el móvil hizo una foto del cuadro que estaba mirando hacía rato, después con el mismo miró la hora. Aun faltaba un buen rato para que el bus pasara a recogerlo.


Se cansó de estar en esa posición y volvió a la inicial.


"Que asco..." pensó de nuevo. "Al final realmente se cansaran de mi mis padres y ahora que ya soy mayor de edad..." . Se llevó las manos a los ojos, y los frotó, se secó la pequeña humedad que había en ellos.


Hacía poco que se había levantado una ráfaga de viento el cual intentaba llevarse las hojas de curriculums que llevaba atadas con un clip. Acabo consiguiéndolo.


-¡Mierda!-


Las cinco o seis hojas se esparcieron por toda la plaza. Se levantó corriendo a recogerlas. Después de jugar un cabreante rato al pilla pilla con alguna de las hojas las contó.


-Me falta una. -Dijo para si mismo.


Miró a su alrededor, no estaba en ninguna parte de ese arenoso y sucio suelo. Pero como se aburría se puso a buscarla. No tubo la idea de que alguien la hubiéra cogido. Sin que él se diera cuenta una persona se le acercaba por detrás.


-¿Buscas trabajo? -Le preguntó una voz muy sensual.


El chico fue girándose para saber quien era esa persona que por un momento lo había asustado, estaba muy pensativo para poder haber escuchado como se le acercaba.


Antes de contestarle lo miró de abajo a arriba ya que él estaba a gatas. Se trataba de un chico vestido con unos jeans desgastados y una camiseta color gris, abrigado por una chaqueta tipo americana de color negro. A pesar de que estaba en esa posición podía notar que era más alto que él, su pelo era negro , le llegaba hasta la barbilla, escalado y muy despeinado, más abajo tenía sus ojos que eran verdes, le brillaban. Su cara era formada por una sonrisa perfecta y sus facciones, mucho más masculinas que las suyas le intimidaban pero no porque fueran grotescas, al contrario, le hacían un chico atractivo. Pudo ver en sus manos que traía la hoja perdía.


-Sí. -Dijo arebatándosela de las manos.


-No pude evitar mirar esa hoja. Creo que estamos de suerte, ya que busco gente para trabajar en la tienda de mi madre. ¿Te interesa?-


-¿Una tienda de qué?-


-De ropa. Es diseñadora y esta empezando a vender su primera colección. Justamente esta buscando empleados para ayudarla con las ventas y todo eso.-


-No tengo ni idea de ropa. ¿No ves como voy vestido?-Dijo levantándose.


-No tienes porque tener idea. Es solo vender ropa. Ahora mismo me dirigía a la tienda. Si quieres acompañarme, mi madre te puede entrevistar.-


-Estoy harto de entrevistas. Lo siento pero no. -Cansado de todo, Gerard se levantaba para irse a esperar a la parada de bus, ya no faltaba mucho para que pasara.


-¿Y si te digo que ya estas contratado?-


El rubio se paró en seco.


**


Ya se estaban dirigiendo al dicho lugar. Ese bario a pesar de todo, era un barrio bastante marginado donde por la noche la delincuéncia estaba en cada vuelta de calle.


Aburridamente se presentaron, el moreno se llamaba Marc y tenia 20 años, al igual que su madre le gustaba el diseño y la ayudaba en la tienda, tambien trabajaba de camarero en un restaurante; a veces por las mañanas, y aveces por las noches. A causa de ese horario tan extraño le pagaban bastante bien. Al contrario de Gerard, el ojiverde era un chico bastante alegre y simpático, a parte de amable, aun no entendía porque le había dado el trabajo así como así. Le debía haber visto cara de desesperado.


-Ya llegamos. -Dijo orgullosamente.


No era una gran tienda, al contrario, era recogida pero con mucho material. En la entrada había un cartel donde ponía Inusual de color verde y violeta difuminado por un gradiante, bastante llamativo.


Había ropa para hombre y mujer, de todos los colores y con diferentes diseños y siempre con un logotipo bordado en ellas, una “I” como con las marcas mas caras. Daba la sensación de que querían triunfar, pero la tienda estaba vacía.


-¿Marc?-


De la trastienda salió una mujer con el pelo teñido color violeta.


-Hola mamá.-


-Hola. -Dijo mirando a Gerard especialmente, como preguntando por él. El rubio notó su mirada y la saludo un poco cohibido.


-¿Quiere que le ayude a buscar algo en especial?-


-No mamá, él sera nuestro ayudante. -Dijo con su sonrisa.


Y otra vez, después de esa breve presentación volvió a fijar la mirada en Gerard, una mirada un poco extraña, como si lo estuviera dividiendo en trocitos. Fijándose solo en partes de su cuerpo para examinarlo bien y luego volverlo a montar.


Entonces miró a su hijo.


-Sabes perfectamente que tengo mucha confianza en ti para tomar decisiones en este trabajo y creo que puedo seguir haciéndolo porque este chico es justamente lo que estaba buscando. Ven conmigo, te contare como va todo esto.-


La habitación donde fueron no era para nada como la sala de entrevistas, mas bien era como una sala de estar pero con un escritorio en el medio.


Le explicó todo lo que necesitaba saber: los horarios, abrían por la tarde así que sería de 5 a 10-11 de la noche dependiendo del día, durante toda la semana excepto los domingos y festivos. El salario por ahora iba a ser un poco escaso ya que estaban empezando pero le prometió que subiría dependiendo de las ganancias y como trabajaba. Su trabajo consistiría en atender a l@s client@s en la caja y también a ayudarl@s a escoger, como si fuera un amigo mas acompañando al comprador/a.


-Pues empiezas mañana mismo.-


-Muchas gracias. -Dijo con una sonrisa sincera.


Durante la entrevista al ojiazul le pareció educado apagar el móvil pero cuando lo abrió descubrió unas desesperadas cinco llamadas perdidas. El bus había pasado hacía 1 hora y media y su madre se había preocupado. Desgraciadamente ya no había mas buses.


-Tendré que ir caminando.-


-Vaya, siento mucho que hayas perdido el bus. Marc, acompañale con tu coche. -Le mando.


-De acuerdo.-


-Bueno, pues hasta mañana.-


Se despidió totalmente con la diseñadora.


Era invierno y a las 7 de la tarde las calles estaban totalmente oscuras. Los nuevos compañeros de trabajo se dirigían al coche. Era uno pequeño, de color negro.


-¿Te estás sacando el carnet de conducir o algo? -El mayor intento hacer conversa.


-No.-


-Mejor, así te podre venir a buscar cada día a tu casa. -Nuevamente le sonrió.


-Bueno, la verdad es que me vendría bien ahorrarme el dinero del bus. -Dijo ingenuamente mientras se rascaba la cabeza en señal de vergüenza.


-Pues perfecto.-


Entraron en el coche y Gerard fue indicándole el camino.


-Es aquí. -Dijo el rubio señalando el piso donde vivía.


-De acuerdo.-


Paró el coche, entonces Gerard bajó.


-Mañana te vendré a buscar a las 3 y media. Intenta estar a punto ¿Vale?-


-Hasta mañana.-


-Adiós.-


El mayor después de dedicarle otra sonrisa, arrancó el coche y se fue dando la vuelta en ese mimo lugar.


Vivían en el tercer piso, puerta segunda. No había ascensor así que como cada día tubo que subir los 60 escalones, había tenído tiempo de entretenerse contándolos. Dependiendo de su estado de ánimo acostumbraba a subirlos de dos en dos o de uno en uno. Si se sentía feliz o animado era la primera opción y cuando era al contrario siempre las subía lentamente como si de un hombre viejo se tratara, en esta ocasión las subía de dos en dos y si podía alguna vez de un gran salto, tres de golpe, tenía tantas ganas de decirle a sus padres que por fin había conseguido un trabajo y que ya no sería una carga inútil el cual solo molestaba y no daba nada a cambio.


Aun le faltaban unas escaleras para llegar delante de la puerta de madera pero ya buscaba la copia de la llave que le habían dado, para hacerla mas suya le coloco un cordel de color rojo en el orificio donde se acostumbran a poner los llaveros. Pero por más que buscaba no la encontraba. Se la había dejado. Insistentemente llamó al timbre. Estaba eufórico, un sentimiento del cual hacía tiempo que no disfrutaba.


Pudo escuchar unos pasos rápidos que se acercaban a la puerta. Una bofetada fue mas rápida que la notícia que tanto deseaba contar, notó el ardor de su mejilla expandirse por todo su rostro convirtiéndose en ira la cual se notaba en sus ojos, ahora brillantes.
Se llevó una de las manos al sitio del impacto. Su madre estaba llorando.




-¡¿Dónde has estado?! -Gritó histérica.


-¡Buscando un trabajo! -Gritó también contestándole de la misma forma.


-No creo, llamé en la ferretería y te fuiste de allí muy temprano.


-¿A caso no me ves capacitado de buscar otras cosas por mi cuenta? -Aun sentía la ira pero las palabras de su madre le dolieron y no le salieron los gritos.


-Podrías haberme llamado.-Dijo pasando de esa pregunta un poco más calmada.


-No vi necesario gastar ese dinero. Además ya tengo 18 años.-


-¡Mientras vivas en esta casa tienes la obligación de obedecernos y hacernos caso!-


-Sabía que tarde o temprano esta frase saldría de alguna de vuestras bocas. No tengo más ganas de hablar, me voy a mi habitación.-


-¡Espera!-


La respuesta de Gerard fue un portazo que hizo temblar la pequeña luz de araña que colgaba del techo.


Nuevamente deprimido el ojiazul se tiró en la cama, ahora solamente con la mejilla enrojecida. Esta latía tan rápido como su corazón, sus manos apretaban con fuerza las gruesas sabanas de la cama.


Gerard sentía que tarde o temprano nuevas lágrimas se desparramarían por sus ojos pero ya estaba cansado de esas situaciones en las que su madre se enfadaba con él o viceversa. Soltando palabras hirientes y terminando sus discusiones con un portazo por parte de él acabando siempre en la misma postura en la que estaba ahora. Se sentó apoyando sus codos en sus muslos y respiró hondo.


Esa era la oportunidad que estaba esperando, algo había cambiado en su rutina y eso podía ser el comienzo de una nueva vida. Eso es lo que pensaba en esos instantes para alejar las lágrimas de sus ojos. Volvería a apostar todo en una sola cosa. Ese trabajo. Después de lo que había pasado ya le daba igual contárselo o no a sus padres. Leyó el libro que tenía comenzado e hizo como si nada hubiera pasado. Evitaría cualquier comentario sobre lo sucedido.


La cena fue silenciosa, solo se escuchaban los cubiertos chocando contra los platos. En la mesa solo estaban Gerard y su madre. Su padre casi nunca estaba, el trabajo lo acaparaba completamente. Era una família donde los padres nunca se discutían y eso era porque simplemente el marido nunca estaba. Esa noche la hermana pequeña estaba en casa de una amiga.


“Lo ha de haber pasar mal por la tarde, sin nadie y sin saber donde estaba.” Pensó Gerard.


Después de cenar decidió volver a su habitación, acabo el capítulo empezado del mismo libro de antes y luego se fue a dormir.


****


Pasó la mañana con tensión. Hacía tanto que no trabajaba que ya ni se acordaba como se tenía que comportar y pensar que lo tenían que venir a buscar por alguna razón u otra aun lo inquietaba aun más.


Intentó calmar su ansiedad haciendo varias cosas pero nada paraba su nerviosismo. Las 3, aun faltaba un poco. Su corazón latía rápidamente haciendo que hubiera momentos en que si un sonido parecido al timbre llegara a sus oídos el órgano le doliera.


“Al final no podre ir por un ataque cardíaco.” Pensó un poco frustrado de no poder parar ese estado de ánimo.


Y por fin sonó el timbre, un escalofrío recorrió toda su espinada, su corazón latía aun más rápido.


-Me voy. -


-¿A dónde vas?-


-A trabajar. Volveré a las 10 o a las 11.-


-Pero..-


-Si a caso después ¿vale? Abajo me esperan.-




Nunca antes se había comportado así con su madre y sabía que no era la mejor manera pero si quería que se diera cuenta de que lo infravaloraba tenía que hacer comportarse rudamente o de esa manera le salían las cosas en momentos críticos como ese.


Delante del piso, aparcado delante de la entrada estaba Marc dentro del coche esperándole, siempre con esa impecable sonrisa que al pequeño siempre le ponía en tensión.


-Hola, ¿preparado para empezar?-


-Supongo.-


-Pues vamos.-


El coche olía muy bien. El pelinegro se había puesto algún tipo de colónia.


Allí Fina, así es como se llamaba la mujer, le contó que hoy estaría en la caja y que tendría que ir observando como ella y Marc atendían a los clientes para los próximos días poderlo hacer él. Como le contaron el trato era muy amigable y cercano. Antes de empezar la pelivioleta le había dado una camiseta muy ajustada y llamativa con el logotipo de la tienda, ese sería uno de sus muchos uniformes. Al chico, la ropa ajustada le quedaba realmente bien, marcando todo el trabajo formado por el deporte durante aquellos años. Marc le acompañaba en la vestimenta con una camiseta semejante aunque con un color más oscuro. La caja registradora y la mesa eran de plástico trasparente, el rubio nunca antes había visto una cosa así, dejando ver a trabes del material el cuerpo del chico.


Ese día fue como una especie de inauguración del sitio, por fin la propaganda funcionaba. ¿O era otra cosa?


El lugar no estaba lleno pero cada dos por tres entraban grupitos de chicas a mirar la ropa y de tanto en tanto le preguntaban al dependiente que tal les sentaba la prenda escogída. Para las muchachas Marc era un chico muy atractivo y que les dijera que la ropa les sentaba bien era todo un alago. Gracias a eso mas de una compraba varias camisetas y otras cosas.


Llegó un momento en el que Marc estaba abarrotado con tanta chica a su alrededor y no podía atender a todas así que buscaron aprobación de otro lugar hiendo a parar delante de Gerard. Los ojos insinuantes y coquetos de las adolescentes le sonrojaban. Nunca lo habían mirado así.


Un poco tímido el rubio contestaba a las preguntas de las chicas, a pesar de que él tendía que estar en la caja.


Asombrada por el éxito Fina decidió que ella se encargaría de la caja, acertando con la decisión.


Y después de un duro día llego el momento de cerrar.


Nunca se había pensado que el primer día seria así de productivo, no tan solo por las ventas, sinó por el gran aumento del autoestima del ojiazul.


Se le notaba en la cara, cosa que no pasó desapercibida por Marc. Iban a buscar el coche.


-¿Puede ser que tu primer día haya sido bueno? -Preguntó.


-Si, no me imaginaba que sería así.


-¿Así cómo?


-De esta manera...-No sabía como explicárselo sin que le diera vergüenza.- ...con las chicas.


-¿Eh?-


-Es que yo nunca he sido popular con ellas y no entiendo ahora por que me han tratado así.-


-Yo creo que porque sonreías. Te ves muy bien cuando lo haces.-


Nuevamente el corazón se le aceleró ruborizándose un poco. No dijeron nada mas.


Las semanas pasaban y el ojiazul controlaba sus nervios delante de las chicas y de todos los clientes que pasaban por la tienda, pero había momentos del día en que no podía controlar esos sudores fríos y rápidas palpitaciones. Y menos desde aquel día..




Flash back:


Era un viernes por la noche, habían cerrado la tienda de ropa pero aun les quedaba trabajo por hacer. Fina les pidió que la ayudaran a colgar unas cajas que contenían tela para nuevos diseños, hacía días que estaban por los suelos y molestaran al paso en la trastienda.


Tenían que ir colocandolas arriba de una estantería, esta era muy alta y solo podían llegar si se subían en algún sitio. Únicamente tenían un pequeño taburete para utilizar como elevador. Marc se subió encima y Gerard le iba pasando las cajas.


-Este taburete hace ruidos extraños. -Dijo el menor.


-Supongo que sera normal. -Le respondió.


Pero no era así, la madera a causa del peso del ojiverde se estaba rompiendo. Aguantó hasta que una pata se separó del mueble haciendo que Marc perdiera el equilibrio y cayera encima de Gerard.


El contacto entre los cuerpos fue por solo segundos pero el caliente aliento de Marc quedó marcado en el cuello de Gerard, el cual recordó durante toda la noche.


Fin fash back


Se había enamorado varias veces al largo de su vida, todos amores de instituto: de la chica más popular e incanzable, la cual ni sabía de su existéncia, de la que era agradable con él, la cual sabía de sus sentimientos pero ignoraba sus indirectas por miedo ha hacerle daño, hasta de una profesora, la de gimnásia, la cual tenía un perfecto cuerpo pero eso se parecía más a un amor platónico, de solo mirar.


Lo que sentía era extrañamente parecido a los sentimientos amorosos que tubo en el instituto pero estaba demasiado interesado en seguir adelante con su trabajo y seguir complaciendo a los de su alrededor. Y optó por dejar de lado sus propios sentimientos y pulsaciones.


Que sus padres pidieran parte de su sueldo para poder acabar de pasar el mes le hizo quedarse en paz, sentir un gracias de la boca de sus mayores era como si lo trataran por igual.


Pequeñas piezas del puzzle de su vida se estaban colocando en su sitio y encajando. Pero no todo era trabajo y gratitud por parte de la gente. Una vida para Gerard era mucho más. La monotonía de los días hacía que empezara a pensar y necesitar más cosas; se sentía solo, a pesar de que en la tienda siempre estaba rodeado de gente, de chicas hermosas, se sentía solo y no conseguía llenar el vació. Se había fijado en una chica que acostumbraba a visitar la tienda. Tenia el pelo largo y rojizo, con un brillo que le hacía recordar a la miel. Sus ojos eran claros y su piel tersa. Siempre se encontraban con la mirada y la aguantaban durante unos segundos.


“Le pediré salir.” Pensó. Y así lo hizo, la chica aceptó pero no duraron mucho tiempo, no por parte de María, sino por parte de Gerard. Se sentía bien cuando estaba con ella pero no era lo que estaba buscando.


Estaba sentado en los asientos traseros del coche del moreno, otra vez ese sentía olor que tanto le gustó aquel primer día de trabajo, era de noche y estaba cansado.


Se acercaba Navidad, había caravana.


-Parece que tardaremos un poco más hoy.-


-No hay problema. -Contestó Gerard acomodándose en el asiento de terciopelo gris, afuera hacia frío pero dentro del coche había el punto justo de calefacción para sentirse bien. Se quedó dormido hasta que una brisa helada le hizo estremecerse. Abrió los ojos. No tenía los pies en el suelo ni el cuerpo en el asiento.


-¡Dios!-


Se zarandeo un poco.


-Para quieto que te caerás. -Una voz suave y seductora le hablaba.


Estaba en los brazos de Marc.


-¿Pero qué haces?-


Gerard estaba totalmente avergonzado.


-Dormías tan plácidamente que me hizo pena despertarte.-


Sus brazo eran tan fuertes, podían sostenerlo perfectamente. Por un momento se quedo embobado al sentirse flotar.


-Ba...jame...-


-Pero si casi hemos llegado.-


A unos 10 pasos estaba su piso.


-!Bajame ya! -Gritó,esta vez un poco enfadado.


-Vale, perdona si te he molestado.-


Dulcemente le puso los pies al suelo, lo manejaba como se le antojaba.


-Hasta mañana. -Se despidió de él con una sonrisa satisfecha.


-A..adiós...


Gerard zarandeo la cabeza. ¿Qué había sido eso?




Notas finales: Weee has leído 8 paginas y media de un documento de word xD. Espero que me dejes un comentario ^^.




Proxima entrega. Cunado la tenga.


Ciaoo







2 comentarios:

  1. Ya me podrías haber avisado de que lo habías subido , mala persona xD
    Cada vez te superas y cada vez me gusta mas como escribes, es verdad eso de que la practica hace al maestro ^^
    Me gusta mucho, a ver si no tarda mucho la próxima entrega x3

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  2. Esta muy bien y el argumento engancha. Pero has tenido un problema de expresión en la parte de la madre y hay momentos en los que no estaría mal que profundizases más en ellos, como en la tienda, no se... creo que le puedes sacar más jugo a los diálogos, que se te quedan muy escuetos y creo que son muy breves.
    Sigue así, y mañana (u hoy como quieras verlo) lo seguiré leyendo (^^)

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